Lechuga Morada, a cargo de Pablo y Claudia, nos acompaña en Sabe la Tierra desde hace varios años. Se especializan en frutas y verduras agroecológicas y orgánicas, sin pesticidas ni químicos, de la huerta directo al mercado.

“Nuestro gran diferencial es que somos productores directos, sin intermediarios, con lo cual llegamos a la gente tanto con nuestros productos de gran calidad como con nuestro conocimiento sobre nuestro producto, y eso la gente que llega a Sabe la Tierra lo agradece mucho, porque les contamos desde cómo se cultiva hasta las propiedades que tiene, o cómo lo pueden consumir, siempre haciendo hincapié en los beneficios de lo agroecológico y lo orgánico”, nos cuenta Claudia de Lechuga Morada.

Lechuga Morada se especializa en la producción propia de lechuga de hoja, plantines de buscapina, sertal, de yerba buena, de diente de león, de taco de reina, entre otros. En los últimos años fueron incorporando fruta y huevos, que se produce también en forma familiar.

«Lechuga Morada fue creciendo con el paso del tiempo, incorporamos a miembros de la familia al equipo, tanto en la producción como en la atención al consumidor”, continúa Claudia. “Sabe la Tierra para nosotros fue un espaldarazo muy importante en nuestro crecimiento, primero para poder encontrar el lugar ideal para ofrecer nuestros productos, y también como un medio para transmitir nuestras prácticas agroecológicas y orgánicas. Acompañamos todo el tiempo transmitiendo los valores de comercio justo, alimentación saludable y cuidado ambiental, sea con talleres gratuitos, usando bolsas biodegradables, siempre hablando del reciclado, hacemos un ida y vuelta de las cajitas de huevos. Lo sano, agroecológico y orgánico primero fue una moda, después una tendencia y ahora vino para quedarse. Hay que alimentarlo todos los días para seguir tomando conciencia”.

Claudia proviene de familia de jornaleros, su mamá y papá que vivían de las cosechas. En 1973 llegaron desde Mendoza a Buenos Aires y sus padres siguieron cosechando. “La huerta en mi casa está desde ese año. Siempre acompañado del gallinero, el horno de barro, el brasero, siempre manteniendo las costumbres. Lo que sí hice fue perfeccionarme en la producción escalonada y agroecológica, biodinámica, natural, mucho lo aprendí con el INTA y aún hoy seguimos perfeccionándonos y creciendo”, finaliza Claudia.