Km0 es el objetivo. En todo el mundo está prosperando la idea de la importancia de consumir productos hechos cerca de casa, algo que ayuda al cuidado del medio ambiente, a la economía barrial, al crecimiento de pequeños productores y al consumo de productos de estación, entre otros beneficios.

Los productos hechos en los alrededores de donde uno vive ofrecen al consumidor la oportunidad de conocer los productores de su entorno, los productos autóctonos, los rasgos locales culturales distintivos, y en general tener un conocimiento más directo de los procesos de producción sabiendo que, en el mismo acto de la compra, está ayudando a la preservación del medio ambiente.

Los países que van a la cabeza de esta iniciativa son Reino Unido y Francia, aunque España, Italia y varios países de primer mundo están en la misma sintonía. Argentina, si bien no está en esos niveles, ya tiene muchas iniciativas que ayudan a este objetivo de km0.

Desde hace muchos años, los mercados Sabe la Tierra priorizan el desarrollo local y la trazabilidad de sus productos, apoyando de esta manera a la sustentabilidad y al cuidado medioambiental. De esta manera se garantiza la reducción en la emisión de partículas contaminantes debidas al transporte de larga distancia. Se garantiza la reducción de desechos inorgánicos en su envasado y embalaje ya que provienen de productores locales y se basan en el sistema de distribución tradicional. Son productos de proximidad, provienen del trato directo con el productor, reduciendo al mínimo imprescindible el número de intermediarios.
Proximidad y trazabilidad son los objetivos a corto plazo. A largo plazo es avanzar con una idea más abarcativa de etiquetar a ciertos productos como “km0”, lo cual daría garantía de esta iniciativa. Este proyecto, a nivel mundial, se estructura en tres grandes ejes.

Por un lado la concienciación de que la agricultura y ganadería tradicionales, asociadas al consumo de productos de proximidad, tienen mucho que decir en la lucha por mejorar el medio ambiente y frenar el cambio climático. El comercio internacional, reconociendo las ventajas que aporta a los consumidores en tanto que acceden a un mayor abanico de opciones de compra, también contribuye al deterioro del medio ambiente mediante la emisión, durante su transporte, de gases de efecto invernadero. Paralelamente, la necesidad de utilizar envases y material de embalaje crece cuando el producto tiene que hacer un gran recorrido o ser manipulado para cambiar de un medio de transporte a otro, incrementando así la proliferación de desechos y residuos asociados con la logística del transporte internacional.

El segundo gran eje del proyecto es el apoyo a los productores locales. La venta de productos de proximidad o “km0? es una oportunidad para asegurarles un ingreso mayor o para facilitar el acceso al canal comercial de las medianas y grandes superficies a productores que de otra forma no tendrían posibilidad de acceder debido a su corta productividad. Desde un punto de vista económico, los productos de temporada permiten un ahorro en los costes de producción. La capacidad de observar el ciclo natural de las estaciones puede limitar el uso de la energía necesaria. Con la venta de productos autóctonos se evita el transporte a largas distancias, ahorrando también costes en el almacenamiento, el envasado y el combustible.

Finalmente, el tercer gran eje son los consumidores. El proyecto recoge los cambios en las preferencias de unos consumidores finales cada vez más concientizados e informados, que, además de productos con precios más bajos, son especialmente sensibles a las características de nutrición y seguridad alimentaria, que buscan enriquecer la experiencia de la compra con el conocimiento del origen de los productos y los métodos de producción. De esta manera el valor del producto no es sólo función de su precio sino también del significado que los consumidores le reconocen y aprecian en su decisión de compra.

La contención de los costes de producción y la ausencia de intermediarios tienen una incidencia directa en el precio, favoreciendo así a los consumidores finales, sin por esto competir con las grandes ofertas de las grandes cadenas de hipermercados, que suelen tener mejores promociones pero peor calidad.

Además, la “cadena corta” hace posible la transparencia en la fijación de precios que los consumidores pueden evaluar, siendo bastante más complicado cuando intervienen muchos intermediarios. Para el agricultor, la capacidad de decidir directamente sobre este precio le garantiza la oportunidad de obtener una remuneración más adecuada por sus productos, recuperando una parte del valor añadido.

Los medianos y pequeños productores, y especialmente a las producciones de tipo familiar, producir para consumo de proximidad les permitirá preservar su identidad y sus rentas, contribuyendo de esta manera a la supervivencia del territorio, defendiendo sus valores agrícolas y tradicionales.

Sabe la Tierra tiene como objetivo seguir abriendo mercados locales para que los cartel abrir concienciaproductores zonales puedan dar a conocer sus productos y cada vez más barrios tengan la posibilidad de consumir productos de proximidad.

“Abrir un nuevo mercado significa poner en marcha un proyecto que apunta generar un espacio de encuentro entre productores y consumidores, todos habitantes de la misma zona. Cada vez que abrimos un mercado, abrimos oportunidades de desarrollo local, consumo responsable, producción sustentable y comercio justo. De a poco vamos poniendo en marcha nuestro plan de expansión para que otra economía sea posible”, expresa Angie Ferrazzini, fundadora de Sabe la Tierra.

El cambio de hábitos es posible y lo generamos entre todos: productores, consumidores, comunidad.