Esta clorofila es particular y única por el hecho de que tiene más cantidad de propiedades que el resto de las clorofilas de hierbas y verduras. Además tiene un sabor muy especial y dulce, algo bien diferente al amargor de la rúcula o espinaca, por ejemplo.

“El emprendimiento lo tengo en el terreno de mi abuela”, nos cuenta Francisco. “Es un invernadero casero, sin demasiada tecnología ya que no se necesita. Mucha luz tanto frontal como trasera. Allí tengo toda mi producción de brotes. Lo que voy haciendo es cortar los brotes con un cuchillo de cerámica y esos brotes los voy pasando por una prensadora”.

En Sabe la Tierra todo ese proceso se realiza en vivo para que se mantengan las propiedades de la hierba y ese shot Francisco lo mezcla con diferentes sabores de jugos naturales.

El emprendimiento también tiene brotes para que la gente pueda llevarse para el consumo semanal o mensual, y también los palitos congelados que vienen en bandeja de 30 unidades.

“Cuando comencé en Sabe la Tierra con este emprendimiento decidí dejar mi trabajo en una empresa y dedicarme de lleno a lo mío. Hasta el día de hoy lo disfruto muchísimo. Además mi abuela está chocha ya que tiene la presencia de su nieto diariamente en su casa. El detrás de escena del emprendimiento es mi abuela, regando los brotes todos los días, diría que es mi socia!”, dice Francisco.

Para llegar a tener el producto de la actualidad hizo muchas pruebas y ha perdido kilos de semillas y tierra, pero a partir de pruebas y errores hoy en día tiene la experiencia hasta para explicarle a un ingeniero agrónomo cómo es el proceso de cultivo de la hierba de trigo. Y así lo demuestra cada vez que viene a Sabe la Tierra.